Tuvo 7 hijos-nietos con ella y mientras pasaba esto, arriba vivía ‘tranquilamente’ su madre sin sospechar nada.
Ojalá este caso fuera parte de una película, una simple ficción, algo que jamás pasó en la vida real. Pero sí pasó. Tristemente sucedió y no fue en la edad media ni nada parecido, fue ahora, siguen aquí, sigue él vivo, encerrado para siempre. Un hombre secuestró a su hija a los 18 años en el sótano, al lado de su casa, para no ver nunca más la luz del día.
En un período de 24 años fue violada más de 3 mil veces, donde nacieron sus hijos-hermanos en un caso que no solo conmocionó al país, sino al mundo entero.
El “caso Fritzl” es uno de los casos más impactantes de incesto que se haya conocido en la historia. . No pasó hace miles de años ni nada parecido, sino que en 1984 hasta 2008.
Josef Fritzl es un hombre criado como hijo único. Su familia tenía problemas con dinero y su padre siempre le fue infiel a su madre, además de no aportar dinero a la casa. A los cuatro años su padre no volvió jamás y supieron, años después, que había muerto mientras luchaba en Alemania durante la segunda guerra mundial.
Su vida no fue fácil. Su madre nunca le mostró amor alguno. “Me mordía, me pateaba hasta que yo quedaba en el suelo y sangrando” dijo a su psiquiatra Adelheid Kastner.
Después de que saliera al público lo que había hecho con su hija, se supo también que mantuvo a su madre encarcelada durante 20 años, encerrándola en un ático cuyas ventanas fueron tapiadas con ladrillos para mantenerla en la oscuridad. La mujer murió en 1980.
Su esposa, Rosemarie, nunca sospechó lo que pasó con su suegra. La verdad, nunca sospechó nada.
Fritzl, tras salir del colegio empezó a trabajar como ingeniero. Conoció a una tímida chica de nombre Rosemarie, con quien se casó.
Las cosas parecían ir bien hasta que Josef, en 1967, fue condenado a 18 meses en la cárcel por violar a una mujer en la zona. Tras salir de prisión volvió a intentar abusar de otra mujer.
A pesar de todas las acusaciones Rosemarie perdonó a su esposo y lo llevó de regreso a casa. No sabía que él no solo no agradecería el gesto, sino que haría todo lo contrario.
Él la maltrataba tanto física como psicológicamente, diciéndole que estaba gorda en cada oportunidad que tenía, le daba lo mínimo para comer y hasta amenazó varias veces con echarla de la casa.
Tras la captura del hombre en 2008, él le sigue escribiendo cartas esperando que lo perdone. “Sé que aún me ama porque ella siempre ha mantenido su fe en mí”, dijo en una ocasión.
En 1966 tuvo su cuarta hija, a quien nombraron Elizabeth. Tenía una personalidad tímida y tranquila, cosa que el padre aprovechó porque desde los 11 años empezó a abusar de ella.
En 1983 la chica huyó de casa a Viena, al hogar de un amigo. La policía, sin embargo, dio con su paradero y la regresaron con sus padres.
Su padre dijo que se drogaba, bebía y que tenía muy malas compañías, por lo que no le extrañaba que volvería a “huir” de la casa.
El comienzo de un abuso que duraría 24 años.
El fatal día donde todo comenzó fue el 29 de agosto de 1984. Fritzl le pidió ayuda a su hija para llevar una puerta al sótano (donde construyó una habitación secreta para ella) y en cuanto estuvieron ahí le puso cloroformo con una toalla en la cara a la chica, quien quedó inconsciente y metió adentro.
Pasarían 24 años antes de que pudiera volver a ver la luz del sol y respirar aire fresco.
La madre de Elizabeth, preocupada por su desaparición, presentó una denuncia, pero su esposo se encargó de difundir un rumor que la joven se había unido a una secta.
Después de un mes, recibió una carta supuestamente enviada por su hija que decía que estaba bien y que no la buscaran, mientras estaba en el sótano de su casa, siendo violada cada día por el hombre que llamaba “esposo”.
Durante todo el tiempo que tuvo a Elizabeth cautiva, Fritzl tuvo siete hijos-nietos con ella. En 1996 declaró la mujer que tuvo gemelos, pero uno de los bebés nació con problemas respiratorios y el hombre se negó llevarlo al hospital… el pequeño murió a los días. Su padre se encargó del cuerpo y lo cremó en la caldera.
Tres de los menores fueron subidos a la superficie, dejados fuera de la casa de los Fritzl con una carta “escrita” por Elizabeth que decía que cuidara de ellos.
Aunque Rosemarie y Josef se les permitió quedarse con los niños, los visitaban mucho los asistentes sociales. Nunca se dieron cuenta del horror que se vivía a unos metros de ahí.
10 años después el hombre había transformado la habitación para la joven, quedando más o menos así:
La puerta al sótano tenía un código que sólo él sabía, por lo que no había posibilidad de salir. A veces cuando la mujer se rehusaba a tener relaciones con él los niños sufrían o los dejaba sin comida o sin luz.
Además, los amenazaba con que si intentaban huir abriría el gas para que murieran asfixiados, lo cual era una mentira porque jamás se encontró tal gas.
Después de 24 años y más de 3 mil violaciones a la chica, apareció el día que por fin saldrían de su esclavitud.
El 19 de abril de 2008 Kerstin, su hija-nieta mayor, de 19 años, tuvo que ingresar en el hospital por una enfermedad que amenazaba su vida. Se encontró una nota de su madre en el bolsillo de la niña que pedía auxilio y la policía se apresuró por encontrar a Elizabeth.
El hombre, desesperado, hizo salir a su hija de su encierro. Sería la primera vez en 24 años que veía la luz.
Interrogaron a Elizabeth, quien se negó a hablar hasta que le aseguraran que no volvería a ver a su padre. Fue entonces cuando habló y el caso estalló.
El 28 de abril de 2008 Fritzl fue arrestado por asesinato, violación, incesto y esclavización. Fue encerrado con cadena perpetua e internamiento psiquiátrico.
Después de ser atendidas, Elizabeth, junto a sus 7 hijos sobrevivientes y su madre fueron alojados en una clínica local donde estaban protegidos del entorno exterior y recibieron tratamiento médico y psicológico.
Les ofrecieron nuevas identidades, enfatizando que era su decisión.
Berthold Kepplinger, jefa de la clínica donde estaba Elizabeth y los niños, dijo que necesitaban terapia adicional para ayudarles a adaptarse a la luz después de años de oscuridad. Además, tenían que hacer frente a todo el espacio que ahora tenían para moverse.
No la han pasado bien: Ansiedad, ataques de pánico y una pelea de Elizabeth con su madre que la hizo cambiarse de hospital psiquiátrico son parte de ello, pero lo han logrado.
En 2009 Elizabeth estuvo cerca de un colapso por un paparazzi británico había entrado a su cocina y empezó a tomar fotografías.
Luego del incidente ella y sus seis hijos fueron trasladados a una aldea sin nombre en el norte de Austria, en una casa que parece una fortaleza.
En 2010, Elizabeth y sus hijos hicieron una recuperación notablemente bien. La cuñada de Fritzl, Christine, dijo que Elizabeth pasa comprando, toma duchas y hasta conduce. Tiene una relación con Thomas, su guardaespaldas y los hermanos están cada vez mejor.
En 2013 llenaron el sótano de la casa de Fritzl con hormigón. La casa estaba prevista para venderse, pero algunos preferirían que se demoliera para siempre.