La ira, la tristeza y la decepción pueden afectarnos como adultos, tanto como pueden afectar a nuestros hijos. Pero todavía podemos enseñar a nuestros niños lecciones sobre cómo lidiar con las emociones negativas y cómo no desperdiciar demasiada energía en ellas.
Cuando tu hijo esté en un estado de calma, enséñales el siguiente truco: primero respirar profundamente a través de su nariz, luego a través de su boca, y contar hasta cinco. Si ves que tu hijo está preocupado por algo, recuérdale estos tres pasos y realícenlos juntos. Enséñele a tu hijo a controlar sus emociones
-Habla con ellos sobre asumir la responsabilidad de sus acciones:
Mamá y papá son los modelos que los niños usan como ejemplo a seguir. Habla con ellos sobre la moralidad y la idea de ayudarnos mutuamente y cuidar el mundo que nos rodea. Explica lo que significa asumir la responsabilidad de sus acciones. Y lo más importante de todo – no te olvide de comportarte de acuerdo con tus propias palabras y alentar a tu hijo a hacer cosas buenas.
-Enséñale a tu hijo a ser compasivo y ayudar a los débiles:
Es muy importante que tu hijo tenga la capacidad de sentir compasión no sólo por sus seres queridos y amigos, sino también por todos los que necesitan ayuda. Pídales que se imaginen cómo se sentirían si fueran el nuevo chico en clase – esta es una gran manera de hacerles pensar en estas cosas.
Pero también habla con ellos sobre problemas más universales: ¿Qué puedes hacer por los niños que no tienen nada que comer? ¿Qué pasa con aquellos que no tienen una casa? Un padre puede hacer mucho para ayudar a su hijo a desarrollar un sentido de sus responsabilidades sociales.
-Enséñale a tu hijo a ser agradecido:
Es importante que tu hijo nunca se sienta demasiado tímido para reconocer que está agradecido por algo o alguien. Comienza con las pequeñas cosas.
Por ejemplo, pídeles que abracen y den las gracias a su abuela por los sabrosos platos que les hizo; Recuérdales que siempre digan gracias siempre que sea necesario, y que les agradezca a ustedes, sus padres, por todo lo que hacen por ellos. La investigación ha demostrado que las personas que se atreven a expresar su gratitud son más felices y saludables que los que no lo hacen.
-Enséñales lo que constituye un buen comportamiento e inculca tus valores familiares en ellos:
La mayoría de los padres consideran con cierta reverencia los éxitos de sus hijos en la escuela o en el deporte. ¿Por qué no adoptar la misma actitud hacia su conducta ética? Es importante definir claramente sus propios valores familiares y asegurarse de que tu hijo se adhiere a ellos tanto en palabra como en escritura.
¿Se comporta con respeto? ¿Mantienen sus promesas? ¿Cómo se comportan con sus compañeros o con aquellos que los han molestado? No te olvides que tu hijo recibe tus ejemplos.
-Pasen más tiempo juntos:
Si toda la comunicación que tienes con tu hijo se reduce a hablar de disciplina, entonces las cosas no conducirán a mucho éxito. Trata de construir una relación de confianza con tu hijo. Chatea con ellos, juega con ellos, pasa tiempo con ellos, vayan de viaje a algún lugar, y, por supuesto, nunca te olvides de mostrarle lo mucho que los amas.
Todo esto los ayudará a convertirse en un individuo sincero y amable que comprenderá lo que es el amor y el respeto y serán capaces de compartir estos sentimientos con los demás que los rodean.