Adoro esos abrazos que nos hacen decir “adversidad, no podrás conmigo”

Me gustan esos abrazos que, aunque no resuelven nada, son un modo de decirle a la adversidad que no va a poder con nosotros. Me gusta cerrar los ojos mientras me rodean con la fuerza que la espanta, mientras creo ese conjuro que la hará escapar igual que si fuera una niña asustada perseguida por una bruja.
A través de ellos aliviamos tensiones, disminuimos el estrés, mejoramos nuestra autoestima, restablecemos la confianza en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea. Además, fortalecemos nuestra seguridad y fomentamos el autocuidado de nuestras necesidades emocionales.
La verdad es que a veces a través de un abrazo hay algo que hace “clip”, que enciende la bombilla de nuestro bienestar, que nos brinda amor y cosecha limpios y maravillosos sentimientos que consuelan nuestro dolor.
Aún en la distancia, cuando un abrazo es sincero, el alma extiende sus alas y es capaz de abrazar al corazón…

El mejor calmante es un abrazo

Hay abrazos que te hacen cerrar los ojos, suspirar y viajar a un mundo paralelo de paz y sosiego. Dicen, de hecho, que el medicamento genérico de los ansiolíticos se llama abrazo, pues sosiegan a quien los recibe en momentos de apuro y preocupación.
Pueden llegar a tener más sentido que un montón de palabras enlazadas y de palmaditas en la espalda. Todo esto tiene una sencilla explicación: los abrazos son gestos maravillosos que sirven para decirle a los demás que estamos a su lado en presencia física y emocional.
Porque la conjunción de ambas presencias es esencial para que una persona perciba a otra desde la sencillez y la riqueza del intercambio. Es con pequeños detalles y grandes gestos como percibimos el aprecio de los demás.

Ese calor que viene dado por un abrazo nos hace sentir que todo estará bien, que cualquier es el momento indicado para no rendirnos y que las personas que nos quieren no nos dejarán sin su consuelo ni su apoyo.
“Ella necesitaba un abrazo a ojos cerrados. De esos en los que uno se aferra al otro, y a la vida. De esos que convierten sus brazos en hogar, fuego y azúcar”
-Brando. Bocanadas y besos. Mind of Brando-

Los maravillosos abrazos que hacen que las tristezas se vayan del cuerpo

Es increíble cómo pueden cambiar nuestras emociones cuando alguien nos abraza y nos transmite su cariño. Las emociones negativas como la tristeza y el enfado, aunque dolorosas y sanas, se tornan más llevaderas.
Con los abrazos recargamos energía positiva, le decimos a nuestra mente que puede con lo que se nos viene encima y que no hay obstáculo que nos impida caminar por la vida con la frente alta y la cabeza erguida.
Porque un abrazo al final es sentimiento, medicina para los dolores del alma, delicia pura, contacto, cariño, reencuentro, amor, dulzura, riqueza, buenos deseos, mirada al corazón, nobleza, comprensión, cercanía, intensidad, felicidad, calidez…
Adoro esos abrazos porque rompen mis desvaríos, me ayudan a mantener un equilibrio, me reconfortan y desnudan mi esencia. Los adoro porque me transmiten un cariño tan ideal que me atrevo a pellizcarme para saber si estoy soñando o si es verdad que mi mundo se sostiene en lo más alto.
Porque los achuchones a tiempo pueden marcar la diferencia, hacer sonreír un corazón y desdibujar dolores y soledades. No hay duda de que nos hacen sentir especiales, de que es el mejor regalo que podemos hacer.
Por eso, nunca desprecies el poder físico y psicológico de un abrazo, pues este simple gesto puede sacarte de un pozo de negrura, iluminarte en la sombra y hacer que los muros de tus adversidades se vuelvan pequeños y frágiles.
Imágenes cortesía de Puung y Claudia Tremblay


fuente: La mente es maravillosa

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