“Consolar es escuchar sin juzgar, es estar ahí; es escuchar, acompañar sin hacer nada”
Estar ahí en los duros momentos
Todos pasamos por momentos difíciles en los cuales sentirnos solos no nos hará nada bien. Pero, ¡mira a tu alrededor! Tienes a mucha gente que está ahí para ti, ¿te encuentras tú disponible también para ellos? No solo debemos querer que la gente se encuentre siempre dispuesta a ayudarnos, nosotros también tenemos que estar dispuestos a que cualquier cosa puede pasar, en cualquier momento, de forma imprevisible.
Tanto si son amigos, como alguien de la familia, debemos estar ahí para ellos. Pero estar ahí no significa solo estar presencialmente. Estar ahí significa mucha más cosas:
- Saber escuchar a la otra persona, aun cuando tú también tengas problemas. Ya llegará tu turno en el que alguien te escuchará y te apoyará.
- Apoyar lo que otra persona te expone sin criticar, sin juzgar, sin criticar y sin intentar manipular.
- Tener una mente abierta ante el problema que puedan estar contándote.
- Si la persona se encuentra deprimida o en un estado de tristeza muy profundo, siempre que necesite hablar estate ahí para ella.
- Interésate por su bienestar, por si ha solucionado sus problemas.
A todos nos gusta ser escuchados, pero escuchados de verdad. Así que si estas ahí para alguien, que sea de verdad, escúchalo sinceramente e interésate por su bienestar.
La amistad es estar ahí en cada momento del día, con los brazos abiertos, esperando tanto los buenos como los malos momentos
Pero, a veces nos sentimos incómodos cuando consolamos a alguien, pues solo podemos hacer eso. La impotencia empieza a hacer acto de presencia y te sientes incluso un poco inútil. ¿Es esto consolar? ¿Cómo puedo ayudar de verdad?
Estar al lado de alguien es también ayudarlo
Como bien hemos dicho, nos sentimos inútiles, impotentes, por no saber ayudar de verdad. Creemos que estar ahí al lado de alguien, tan solo escuchándolo y consolándolo es no hacer nada. Estás equivocado. Estás haciendo y mucho.
Cuando alguien tiene un problema o está pasando por un mal momento, tú no puedes interferir en él. El dolor de cada uno debe pasarlo la persona en sí. Nadie puede tomar tu lugar, nadie puede superarlo más que la persona que lo sufre.
Es algo que debemos empezar a interiorizar, para aprender a comprender las diferentes reacciones de las personas. Pues muchas querrán desahogarse hablando, mientras otras preferirán hacerlo en silencio.
En ciertas ocasiones, el silencio es el grito más fuerte que alguien da para pedir ayuda
Aprende a acompañar a alguien
Tanto si una persona quiere hablar como mantenerse en silencio, mantente a su lado. Tanto solo necesitas acompañarla, saber que tiene un brazo que la sujetará si se cae. Ese brazo que la levante no significa que la libere del dolor, sino que le dará fuerzas para seguir luchando y enfrentándolo.
Está claro que no podemos saber por lo que está pasando otra persona y, aunque nos resulte absurdo lo que nos está contando o por lo que está pasando, debemos intentar empatizar y comprender. Deja de decirle a las personas que sufre que todo pasará, que solo es un mal momento… Deja de criticar, de decirles lo tontas que son al verlo tú todo tan claro.
No juzgues, porque quizás el día de mañana tú estés pasando por un momento similar del que seas consciente que tal vez sea una tontería, pero tú estás sufriendo aunque te niegues a ello.
“Nunca podemos juzgar la vida de los demás, porque cada uno sabe de su propio dolor y de su propia renuncia. Una cosa es suponer que uno está en el camino cierto; otra es suponer que ese camino es el único”
Consolar no entiende de juicios, sino de acompañar
Aprende a estar ahí para los demás, a consolar sin juzgar cómo piensan, por lo que están pasando, lo que están sufriendo. Tan solo acompáñalos en su dolor, que sepan que si flaquean tú estarás ahí para darles un empujón.
Hazles comprender que todo es una experiencia, para bien o para mal, y que tarde o temprano mirará esa situación como algo que ya quedó en el pasado y ya ha sido superado.
mágenes cortesía de Jung Eun Park, Shiori Matsumtotto
fuente: La mente es maravillosa