La convivencia en sus inicios; una cuesta arriba

¿Qué sucede cuando compartimos el mismo techo? Tenemos que empezar a compartir, dejamos de idealizar al otro, hay que organizarse y repartir roles, entre tantas otras cosas. Pero no se asusten; si lo manejan con paciencia, amor e inteligencia todo es posible.

Si bien la convivencia puede sonar divertida y excitante a los oídos de una parejita de novios, llevada a la realidad es normal que se presenten varios obstáculos. Tienen que estar muy atentas para detectarlos a tiempo y poder sortearlos o solucionarlos, en el caso de que lleguen a convertirse en un problema. Aquí confeccionamos una lista con los más frecuentes y les dejamos algunas ideas que las ayudarán a resolverlos.
Hay que compartir
Ustedes pensarán que como pareja, aunque no convivan, ya comparten varias cosas, ¿no? Es verdad, pero cuando se vive bajo el mismo techo empiezan a surgir tantas otras que compartir… Y no sólo se trata de cosas materiales, sino también de compartir el tiempo, dejar de pensar en términos individuales y empezar a pensar de a dos.
Compartir el espacio físico. Algunas parejas, cuando deciden convivir, prefieren mudarse a un nuevo lugar para empezar allí desde cero. En cambio, hay otras en las que uno de sus integrantes se muda a la casa del otro. Esto puede ser un problema si, a medida que pasa el tiempo, el recién llegado sigue sintiéndose como un invitado. Es muy importante que tenga sus espacios, aunque se trate de un apartamento mínimo. Por ejemplo, es necesario que tenga lugar en el closet para guardar sus cosas. Otra muy buena alternativa es redecorar de a poco la casa con objetos y muebles que elijan juntos para que sienta que ese también es su hogar.

Compartir los espacios físicos también puede llevar a grandes disputas. Si cada vez que él se ducha deja el baño como si hubiera pasado un torbellino puede ser un problemita… Es necesario hablarlo y que entienda que debe dejar el baño ordenado para que luego pueda usarlo su pareja.
Compartir emociones. Es cierto que ya comparten emociones; momentos de pasión, risas, enojos… Pero viviendo juntos van a ir descubriendo nuevas emociones de su pareja. Un claro ejemplo son los estados anímicos. ¿Cuántos de ustedes se levantan de mal humor o simplemente con ganas de silencio? ¿Qué pasa si el otro se despierta con la energía altísima y enciende la música para ponerle onda a la mañana? ¡Puede sobrevenir la Tercera Guerra Mundial! Con el tiempo irán descubriendo los tiempos de cada uno, las reacciones, y será necesario que lo respeten y que le den su espacio en esos momentos.
¡Bye, bye a la idealización!
Durante el noviazgo es normal idealizar al otro, es decir, verlo más bello y más perfecto de lo que realmente es. Con la convivencia esta irrealidad en la que vivíamos llega a su fin y vemos todas las aristas de nuestra pareja. No tiene que ser algo necesariamente negativo si aprenden a mirarse con amor e inteligencia, porque la complejidad de un ser humano y su verdadera naturaleza lo hacen mucho más rico.
Mala distribución de roles y tareas
¡Cuánto disfrutaban de prepararle la comidita dos o tres veces a la semana a su media naranja! ¿Pero qué pasa ahora? ¿Por qué ustedes tienen que preparar la comida todas las noches mientras él mira la tele cuando los dos están igualmente cansados? Una cosa era hacerlo ocasionalmente y otra muy diferente es todas las santas noches. ¡Ni les digo si además son ustedes las que se hacen cargo de las compras! Estarán a punto de estallar… Bueno, esto se soluciona hablando y distribuyendo equitativamente los roles y las tareas de la casa.
El dinero
¿Cómo lo van a manejar? ¿Van a ahorrar? ¿Para qué? ¿Qué gastos les corresponden a cada uno? ¿Harán un pozo común o compartirán una cuenta bancaria? Es muy importante que se hagan todas estas preguntas para evitar apuros económicos y también para darse cuenta de si están pensando los dos en el mismo proyecto o si cada uno va a tirar para su lado.
La familia
Es súper normal que la familia de uno como de otro quiera inmiscuirse en sus asuntos o que ante un problema o una decisión que tomar estén acostumbrados a recurrir a sus padres. Si han decidido convivir, deben tener muy presente que ahora son ustedes dos su núcleo familiar más directo, así no tengan hijos. Por lo tanto, primero deberán consultarse y escucharse entre ustedes.
El tiempo libre
No es cuestión de compartir solamente los espacios físicos o los momentos que pasan juntos en casa. Para vivir otras cosas que van a enriquecer y fortalecer a la pareja también es preciso que compartan algo de su tiempo libre. Dar un paseo, ir al cine, hacerse un viajecito durante un fin de semana los sacará de la rutina y comenzarán a construir lindos recuerdos en pareja.

¿Te encuentras conviviendo con tu pareja? ¿Tuviste que sortear alguno de estos obstáculos? ¿Cómo lo hiciste? Cuéntanos!!!

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